RESEÑA “CHERNOBYL” Y LIBRO “VOCES DE CHERNÓBIL”
- Ignacio Salamanca Hernandez
- 5 jul 2019
- 4 Min. de lectura
Algunos podrían decir que leo mucho. Yo pienso que no leo lo suficiente. Tres factores muy importantes colisionan para que no lea lo suficiente:
1. El tiempo
2. El dinero
3. La capacidad atencional
Y creo que este último punto es el peor de todos cuando mi atención es tentada por libros que aún no leo, y que compré antes de terminar el que actualmente intento terminar. Puede ser eso, como pueden ser otras múltiples cosas, pero la verdad es que existen pocos libros que logran engancharme lo suficiente para devorármelos por completo. Este no es el caso con el libro Voces de Chernóbil, de la escritora Svetlana Alexievitch (chucha que me costó escribirlo). Pero empecemos desde donde se debe, desde la serie.

Para pocos es ajena esta miniserie de la genial HBO. Lo más probable es que ya la hayan visto los que están leyendo esta reseña (¿la gente todavía lee reseñas? Qué hago con mi vida). Pero a pesar de eso, quise detenerme un poco en lo que vi y poder dejar mis más poderosas impresiones.

Debo confesar que nunca supe mucho del caso de Chernóbil. Es cierto, todo el tema de la radiación está en el ideario cultural, o sea, la mayoría al menos ha escuchado el nombre Chernóbil, o cosas similares, como Hiroshima y Nagasaki, pero nunca me había adentrado en el asunto para ver las verdaderas causas (y más adelante todas las consecuencias humanas de un error garrafal). La serie muestra a lo largo de cinco capítulos que pasan volando, cómo el desastre de Chernóbil tuvo raíces no sólo operativas, sino también políticas. Y este punto ha generado gran controversia, debido a que estadounidenses están realizando una serie sobre la Unión Soviética, entonces no faltan los tipejos que saltan indignados mencionando que se deja mal parada a la utopía soviética mostrándolos como gente que escondía la verdad de la gente común y corriente. Pero, ¿realmente la serie intenta dejar mal parados a los soviéticos? No quiero sonar político en ningún aspecto, ¿pero no es verdad que muchas películas yankees están llenas de agentes de la CIA raptando gente, manteniendo en silencio secretos de Estado, y otras muchas atrocidades humanas? Todos los gobiernos mantienen secretos y manipulan la verdad, y por eso creo yo que la serie Chernobyl se aleja de la política y de los estereotipos que la empresa fílmica estadounidenses maneja a destajo y sin vergüenza (latino narco, afgano terrorista, ruso mafioso, entre tantos otros).
Visualmente, la serie es una joya. ¿Alguien puede negar esa wea? La fotografía destaca por la elección de tomas estáticas y en movimiento, con un uso del CGI tan minucioso que poco nos damos cuenta que está ahí. La mayoría de las escenas dentro del reactor fueron filmadas en el reactor abandonado Ignalina (llamado el gemelo de Chernóbil), así que dense cuenta que la cosa va en serio. El uso de una paleta de colores donde destacan los verdes oscuros y los grises nos otorga una sensación de opresión y ahogo, además de aportar a esa visión que la mayoría tiene de lo soviético.

A nivel actoral, no nos podemos quedar simplemente en cuánto se parecen los actores a los protagonistas originales de la catástrofe, sino que debemos notarlos por las actuaciones espectaculares que cada uno da, desde Liudmila Ignatenko (Jessey Buckley) la esposa del bombero, hasta Boris Scherbina (Stellan Skarsgård), quienes te logran transmitir todas las emociones que una persona, tanto civil como político, podría sentir en una situación como esa. Miedo a la muerte inminente, ¿qué más?
Ahora, me gustaría avanzar hacia la segunda parte de esta reseña, el libro Voces de Chernóbil, de la autora ganadora del nóbel de literatura, Svetlana Alexievitch (chucha, nombres rusos). Luego del impacto que causó en mi la serie, y mi personalidad fanática que heredé de mi padre (solo por gracia del destino no estoy en la plaza con un altavoz hablando de la segunda venida de Dios) decidí adquirir el libro que inspiró partes de la serie. El libro se compone en su 100% de entrevistas realizadas durante 20 años a sobrevivientes de la catástrofe de Chernóbil. La autora maneja de forma magistral las narraciones, ordenándolas de una forma que hace que te introduzcas en el mundo de los protagonistas silenciosos de esta historia, donde narra gente de todas las esferas, físicos, liquidadores, madres, niños, entre tantos otros. Es cierto que el ser humano es morboso y nos gusta ahondar en el sufrimiento, y justo ayer me preguntaban qué era lo que más me había interesado del libro, o lo que me había provocado mayor impacto, y mi respuesta fue: Cuando narran cómo entraban a casas abandonadas, sillones, comida, loza, todo había sido robado, excepto las fotos familiares. Lo que más me impactó fue la carga emocional de reconocer cómo miles de familias fueron arrebatadas de la única vida que conocían, cómo se les había dicho que la evacuación sólo duraría tres días, y resultó ser para siempre. O como dice un niño en el capítulo Coro de Niños: “En casa nos dejamos… Dejamos encerrado a mi hámster. Era todo blanco. Le dejamos comida para dos días. Y nos marchamos para siempre”.

Si continúo, lo más probable es que comience a dar vueltas en círculo, y la idea es ser breve. Hasta aquí lo dejo.
Y por si acaso se lo preguntaban, recomiendo tanto la serie como el libro 100%. Solo por si no se habían dado cuenta ya.
Me voy.
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