Reseña "Truman" (2015)
- Ignacio Salamanca Hernandez
- 11 jul 2019
- 2 Min. de lectura
No, no es The Truman Show, pero da para confundirse, ¿cierto? Se trata de una producción medio española, medio argentina, donde Ricardo Darín y Javier Cámara jugarán con nuestras emociones cada 20 minutos.

Filmaffinity nos brinda esta necesariamente escueta sinopsis: “Julián y Tomás, dos amigos de la infancia que han llegado a la madurez, se reúnen después de muchos años y pasan juntos unos días inolvidables, sobre todo porque éste será su último encuentro, su despedida”.
En sí, la película es un drama bastante ligero que aborda uno de los temas más complicados de desarrollar, sin caer en clichés o sentimentalismos extremadamente baratos, la muerte. Y eso lo sabemos bastante bien, ¿cierto?, si tenemos un Hollywood que nos manda cada tanto porquerías como “Bajo la misma estrella” o “La decisión más difícil” (exceptuando la película Antes de Partir, qué pedazo de metraje). Con Truman tenemos un respiro de sentimentalismos baratos y nos adentramos en el fin de la vida incluso con un poco de humor, y aunque durante el trayecto nos disparen con una guitarra un tanto melancólica, ésta no surfea debajo de las actuaciones, sino como un puente entre escena y escena. Todas las emociones, los ojos llorosos y el nudo en la garganta sólo aparecerán por el efecto de las actuaciones y la genial química entre los dos protagonistas de la cinta.
Y puta que se agradecen buenas actuaciones después de tanto weon penca.

Un efecto en todo el engranaje emocional no solo lo efectúan los dos amigos inseparables que nos muestra la historia, sino que también el perro, Truman, y la tarea que tiene el protagonista de buscar un nuevo dueño para cuando él ya no esté.
Yo siempre he tenido perros, y cuando vi eso en el tráiler, ya casi me voy a la mierda.

Metiéndonos en cosas más serias, la historia funciona bien y tiene un flujo relativamente fluido, aunque a veces puede tender a tener minutos donde no pasa lo suficiente, pero que son compensados con el efecto emocional que produce un guión muy bien hecho.

Visualmente no es una gran maravilla. Hay que pensar que es un drama ligero y no podemos pedir la fotografía de David Fincher para los fines que la producción espera ofrecer. La fotografía está bien, es adecuada (como decía una profe mía, ¿estará viva la señora aún?).

Entonces, a modo de resumen, Cesc Gay (el director) nos entrega una película dramática liviana sobre un tema importante, provocando emociones de forma natural y sin caer en sentimentalismos baratos, con un elenco que demuestra una muy buena química y que nos hará caer una lagrimita pequeña en alguno de nuestros ojitos. Fue el momento de debilidad necesaria.
Véanla.
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